Superpoblada de imágenes, la memoria destila toda variedad de olvidos que precipitan al ser humano hacia los mismos errores, las mismas guerras y los mismos abusos universales. El día que nuestro corazón aprenda a reconocer sus secretos en la soledad de la noche, ese miso días, a esa misma hora, le cambiaremos el nombre a nuestro mundo.
Reflexiones duras y poéticas de un escritor y una artista siempre echando una mano donde hace más falta –Lesbos, por ejemplo–, acogiendo a los que huyen de las guerras y la sinrazón.