El Imperio español estaba formado por las piezas sueltas de un
rompecabezas. Y muchas de las piezas contiguas estaban ocupadas
por enemigos de todo tipo. Tal dispersión hacía difícil defender a la
vez tanto territorio disgregado. A pesar de ello, el Imperio español
tampoco perdió demasiado por la fuerza de las armas enemigas.
Desde luego, una parte increíblemente pequeña habida cuenta la
dispersión geográfi ca, los muchos frentes abiertos y la multitud de
enemigos cuyo objetivo último era justamente ese: arrancar un
bocado al gigante. Los territorios hispánicos se perdieron en su
mayor parte por tratados, no por ocupación armada enemiga, y el
fi nal del Imperio se produjo por la implosión de las guerras de
emancipación americana. Solo los restos del Imperio, Cuba, Puerto
Rico y Filipinas cayeron en una última guerra calamitosa.
Este libro se ocupa de naciones, pueblos, colectivos o incluso
individuos que fueron enemigos del Imperio español, por una razón
u otra. Y lo hace presentando casos determinados. Presta atención
a por qué se convirtieron en enemigos, por qué se llegó al
enfrentamiento y qué consecuencias tuvo este tanto para unos
como para otros.
Enemigos del Imperio recorre confl ictos que, aunque relegados a
menudo en la memoria colectiva, marcaron el destino de los
pueblos implicados y cambiaron no pocas veces el curso de la
historia.