I puritani es junto con Norma, en opinión de la mayor parte de los críticos, el mayor logro de Bellini. Fue la última ópera que compuso antes de fallecer
(en circunstancias oscuras, y pocos meses después del estreno). Es, por tanto, su pieza de mayor madurez. A esto se añade que el autor puso el mayor cuidado y esmero en su elaboración, especialmente en el lenguaje orquestal, tal y como le aconsejó su amigo Rossini, ya que quería abrirse camino en Francia, un mundo operístico más exigente que el italiano. También es de interés por tratarse de la primera vez que, tras su larga colaboración con el libretista Felice Romani, Bellini trabajaba con el joven revolucionario Carlo Pepoli, exiliado en Paris