Las vidas de Cyra y Akos se rigen por los destinos que vaticinaron los oráculos el día de su nacimiento. Una vez decididos, los destinos son inmutables. Akos está enamorado de Cyra, a pesar de los designios que aseguran que morirá sirviendo a la familia de la chica. Cuando el padre de Cyra, Lazmet Noavek, reclama el trono de los Shotet, Akos cree que su final está más cerca que nunca. Mientras Lazmet desata una guerra brutal Cyra y Akos están desesperados por detenerlos a cualquier precio. Para Cyra, eso significa quitarle la vida al hombre que quizá sea su padre. Para Akos, supone la muerte. Y pronto ambos descubrirán que el destino define nuestras vidas de la forma más inesperada.