Las plantas nos enseñan que lo peor que le puede pasar a una persona no es morir, sino vivir muerto, sin estilo, sin perfume propio. Ellas no se preocupan por lo que hay después de la muerte pero sí por lo que hay antes, ahora. En el instante presente están el pasado y el mañana. El futuro es inventable, no inevitable, se construye con lo que hacemos hoy. Cada segundo determina simultáneamente el destino y expresa el ayer. En la semilla está el bosque.