En el cartelito de la puerta pone: «Jan & Debbie,
y Mona». «¿No habría que tachar a los muertos?»,
piensa Mona cuando vuelve a estar delante de la
puerta de casa, con el brik de leche bajo el brazo,
mientras acaricia suavemente con el dedo el nombre
de Debbie. ¿Quizás los muertos siguen recibiendo
correo? La hija de un cartero debería saber
este tipo de cosas.