Lady Anne Daventry sospecha que alguien de su círculo más cercano quiere asesinarla y, aunque contrata a Bruce Cardyn, un detective privado que se hace pasar por su nuevo secretario, sus peores presagios se ven cumplidos, lo que obliga a intervenir a Scotland Yard en la persona del inspector Furnival. Secretos y codicias salpican al elenco de familiares y servidumbre, pues todos los presentes en la mansión han tenido la oportunidad de cometer el crimen.
En "Asesinato en Charlton Crescent"(1926) nos encontramos en un escenario cerrado con un grupo limitado de sospechosos; un planteamiento que puede recordar a obras posteriores como «Diez Negritos» (1939) o «Cartas sobre la mesa» (1936), dos de las inolvidables novelas de Agatha Christie.