Bien es sabido que Tomás Moro (1478-1535) no inventó la utopía como género literario, pero es innegable que su Utopía le ha dado el nombre. Tampoco se puede negar que, exista o no convergencia con sus planteamientos, la propuesta de Moro innovó significativamente la literatura política. Utopía es una crítica al orden social establecido en la Europa de la época, pero el sistema político que propone y describe minuciosamente en sus páginas es también una alternativa al mismo, de tal forma que, como señala Savater, la contradicción de la obra, y la nuestra propia, al considerar lo que en realidad es un ejercicio literario de denuncia moral como un programa político que, revolucionario en sí mismo, no admite la revolución ni la disidencia. El hecho de que Moro obvie en sus planteamientos el reconocimiento de la libertad humana confiere a Utopía la irracionalidad de la que huye, la imprevisibilidad que le niega el autor. Porque "más allá de la utopía colectivista siempre está el ideal de la persona libre", y Pedro Voltes proporciona al lector todas las claves para que, libremente, pueda hacer su propia interpretación.