Una de las películas más reputadas y veneradas de la historia del cine, El acorazado Potemkin es también una de las más complejas, una de las cumbres de la minuciosa escritura de su director, S. M. Eisenstein. Un film que corre el peligro de ser apreciado, desde ciertos sectores, únicamente por sus valores políticos, pero que, como demuestra Barthélemy Amengual en este texto imprescindible, resulta igualmente admirable por su sorprendente inventiva formal, tan moderna hoy en día como en la fecha de su realización.