Un niño esquimal se pregunta en un iglú qué demonios será un rincón; un oficinista entretiene sus días en un Caribe en miniatura, una bañera repleta de bichos y plantas; un científico tiene un bote de cristal lleno de moscas colgado del techo para apalearlo en los malos momentos, otro descubre que, escoja el libro que escoja, hay un tipo en la cola del paro que siempre lee lo mismo que él
Escritos entre 1981 y 2004, los sesenta y siete relatos reunidos en Los últimos percances son sorprendentemente heterogéneos. Aunque resulte paradójico, estas narraciones tienen como único denominador común el hecho de ser radicalmente diferentes entre sí, tanto en estructura formal como en contenido.
Siempre renovándose a sí mismo y al género que le ha dado mayor reconocimiento, Hipólito G. Navarro experimenta con el lenguaje lúdicamente. Un finísimo sentido del humor, la presencia del azar, y la pasión por contar apelando a la complicidad del lector, provocándole a veces, son algunas de las claves de este originalísimo cuentista empedernido ampliamente reconocido por la crítica.