La crisis de la prensa escrita fue el resultado de una suma de crisis, de una «tormenta perfecta» que en realidad anunciaba un verdadero «cambio climático», el inicio de una nueva era que podía resultar «glacial» para los periódicos. La Gran Depresión del 2008 puso en evidencia tres problemas larvados en la prensa desde hacía años: la pérdida de credibilidad por no haber ejercido de contrapoder, la impotencia y el desconcierto ante el impacto de las nuevas tecnologías, y los graves errores de gestión. Miles de periodistas se convirtieron en náufragos, pero algunos tomaron la iniciativa y buscaron la implicación de los ciudadanos en nuevos proyectos. Crearon medios con un horizonte ético, con fórmulas empresariales que les garantizaran la independencia, la libertad y, por encima de todo, la credibilidad. Quizá, pues, estemos ante el fin de la era Gutenberg, pero no ante el fin del periodismo. Y por ello este es un libro optimista: la reconstrucción del periodismo es posible.