• EL FUNAMBULISTA

    JEAN GENET ERRATA NATURAE EDITORES Ref. 9788416544110 Altres productes de la mateixa col·lecció Altres productes del mateix autor
    A mediados de los años cincuenta, Jean Genet, de cuarenta y cinco años, conoce al jovencísimo acróbata de suelo y malabarista Abdallah Bentaga. Muy pronto lo convierte en su amante y en su protegido, incitándolo a transformarse en un funambulista, es decir, el acróbata de más prestigio, el artista d...
    Ancho: 140 cm Largo: 215 cm Peso: 250 gr
    No disponible
    8,50 €
  • Descripció

    • ISBN : 978-84-16544-11-0
    • Encuadernació : Rústica
    • Data d'edició : 01/10/2016
    • Any d'edició : 2016
    • Idioma : Español, Castellano
    • Autors : JEAN GENET
    • Traductors : LÓPEZ MUÑOZ, REGINA
    • Número de pàgines : 56
    • Col·lecció : EL PASAJE DE LOS PANORAMAS
    A mediados de los años cincuenta, Jean Genet, de cuarenta y cinco años, conoce al jovencísimo acróbata de suelo y malabarista Abdallah Bentaga. Muy pronto lo convierte en su amante y en su protegido, incitándolo a transformarse en un funambulista, es decir, el acróbata de más prestigio, el artista de circo de mayor gracia y elegancia, pero también el más cercano a la muerte. Vive con él una bellísima historia de amor y un periodo enormemente creativo. Y para él escribe este texto, un largo poema de amor en prosa y, además, una suerte de teoría estética: variaciones sobre una dramaturgia del circo, el teatro y la danza; reflexiones sobre el artista en el mundo, la soledad y la ambivalencia del actor; el ir y venir entre el olvido y la gloria, la luz y la sombra, la apariencia y la realidad. Como el cable de acero del funambulista, Genet tensa las palabras, las hace brillar, las destila para su amante, y escribe uno de sus textos más perfectos.
    Tras una grave caída en un espectáculo, Abdallah abandonó la acrobacia y, al poco, Genet, en cierto modo, lo abandonó a él. Sintiéndose fracasado, el joven funambulista se suicidó en 1964. Genet, que se consideraría responsable el resto de su vida, fue precisamente quien encontró el cadáver junto a la policía, alertada por los vecinos... y sólo después del entierro, cuando volvió a su hotel, pudo llorar. Hacía treinta años que no lloraba.