Todos —absolutamente todos— queremos que nos quieran. Es
simple. Queremos sentirnos necesitados. Queremos que nos pidan
que regresemos, si nos vamos. Queremos pensar que alguien
piensa en nosotros, cuando es tan tarde que debemos irnos a
dormir. Es simple. Deseamos un cuerpo y todo lo suyo. Deseamos
que nos deseen y todo lo nuestro. Ya estamos cansados de hacer y
decir, esto o aquello. Tratar de aparentar o no ser nosotros mismos.
Soñamos con destaparnos el alma, dejarnos la piel, abandonarnos
en las manos de alguien. Ser salvajes. Amar hasta las trancas. Bajar
hasta lo profundo y resurgir: más fuertes, más vivos. Es simple.