Del cielo a veces se precipitan cacas azules y no pertenecen a una criatura voladora (pero casi). El sable de Luke Skywalker surcó el espacio en 2007. Incluso se ha encontrado la Kryptonita que debilitaba a Supermán. Del oro rojo depende casi toda nuestra tecnología. Hay mecanismos del pasado que parecen del futuro, como la primera máquina expendedora de la historia, que tiene más de dos mil años. Ya hay ordenadores del tamaño de un grano de arroz. Cuidado: hay un ácido que es 21.019 veces más potente que el ácido sulfúrico, dejando en ridículo la sangre Alien. Y un veneno tan letal que bastan cuatro kilogramos para matar a toda la humanidad. El lugar más frío del Universo está en la Tierra y sirve para encontrar cosas que aún no podemos ver. Y la sopa más caliente del mundo se creó en un laboratorio y su temperatura fue 250.000 veces superior a la temperatura del interior del Sol. Hay una capa para volverse invisible muy parecida a la que usaba Harry Potter. El objeto más brillante de la naturaleza puede comerse y está muy sabroso. Hay una sustancia tan inflamable que inicia la combustión de cualquier objeto sin fuente de ignición: incluso los nazis desecharon la idea de usarla como arma por el peligro que entrañaba...
Todos estos elementos, sustancias y objetos pudieran parecer concebidos por algún escritor de novelas de fantasía, pero son reales. Algunos son cotidianos, y otros extremadamente raros. Porque a menudo, el mundo real es más fértil en objetos de ciencia ficción que la propia ciencia ficción. Solo hay que aprender a verlos y apreciarlos, y esa es la misión del libro que sostienes entre tus manos: un objeto que también puede transformarte como si te hubiesen lanzado un verdadero conjuro mágico. Ábrelo y verás.