Dennis, el muñeco de ventriloquia de Amy, ha perdido la cabeza... literalmente. Es entonces cuando su padre encuentra a Slappy en una tienda de empeños. Slappy es un poco feo, pero ¡al menos no se le cae la cabeza! Amy se lo pasa genial ensayando su nueva función cómica. Es como si el muñeco supiera lo que está pensando. Como si pudiera moverse por voluntad propia. Y resulta muy divertido... hasta que Slappy decide poner en marcha su propia función. Puede que Slappy tenga una nueva dueña, pero ¡sigue empleando las artimañas de siempre!