Yo pensaba que mi hermano era inmortal. Nunca sabré por qué, o nunca querré saberlo. Seguramente no quería saber que un día recibiría la noticia de su muerte, lo que viene a significar que yo deseaba morir antes que él. Tenía mi hermano los ojos pletóricos de nieve y granito, y una metáfora detrás de la frente. Descubrí que él, al igual que la música, había vivido llevando en sí una suave necesidad interna de morir.
A partir de unas notas y reflexiones dejadas por su hermano, gran aficionado al montañismo y muerto en el transcurso de una escalada al Verdon, el narrador reconstruye la historia y el paisaje, físico y humano, de un destino marcado por el riesgo y la aventura. Las voces de David, el autor ya desaparecido del diario, y del hermano que lo rememora, aparecen entretejidas para configurar un texto donde la presencia de la muerte carga el lenguaje con un fuerte acento épico. Detrás de la muerte del protagonista está la tensión de la vida, centrada en los riesgos que supone la escalada y en la atracción misteriosa de la montaña. Historia personal que, sin embargo, se abre narrativamente al trasfondo colectivo que rodea el mundo de la alta montaña. Una novela en tono épico llena de un extraño lirismo. La revelación de un nuevo autor que rompe con los tópicos de la simple literatura "de jóvenes que escriben para jóvenes".