Nadie necesita moverse de donde está para estar en contacto con lo bello. Solamentese necesita un giro de ciento ochenta grados. La belleza está aquí, es algo natural en el mundo, es inherente a la vida. Vida, naturaleza y belleza son sinónimos. Equivalen a armonía. Y esa armonía deviene en lo pequeño, en lo próximo, en lo cotidiano. En ese rayo de sol que entra cada día por la ventana de nuestra habitación, en la tierrecilla húmeda de la maceta del balcón, en el movimiento del aire que nos envuelve al andar, en el frescor del anochecer al ponerse el sol,...