En Japón y países del norte de Europa es una asignatura en las escuelas, pues la destreza, exactitud y precisión que requiere su práctica a una edad temprana desarrolla una mayor madurez cerebral e incrementa el desarrollo intelectual. El origami desarrolla la creatividad y coordinación entre lo real y lo abstracto, brinda momentos de esparcimiento y distracción, y fortalece la autoestima a través de la construcción de sus propias creaciones.