• VIDA

    RICHARDS, KEITH GLOBAL RHYTHM Ref. 9788499420806 Altres productes de la mateixa col·lecció Altres productes del mateix autor
    Asombrando a propios y extraños, Keith Richards ha escrito sus memorias: asombro porque ha podido (ya que a estas alturas nadie sospechaba que iba a conservar la vida o la lucidez suficiente para empuñar el teclado) y asombro porque ha querido (ya que los entes satánicos no suelen acudir al confesio...
    Ancho: 230 cm Largo: 150 cm Peso: 822 gr
    No disponible
    24,00 €
  • Descripció

    • ISBN : 978-84-9942-080-6
    • Encuadernació : Rústica
    • Data d'edició : 01/12/2010
    • Any d'edició : 2010
    • Idioma : Español, Castellano
    • Autors : RICHARDS, KEITH
    • Traductors : HELENA ÁLVAREZ DE LA MIYAR
    • Número de pàgines : 516
    • Col·lecció : MEMORIAS
    Asombrando a propios y extraños, Keith Richards ha escrito sus memorias: asombro porque ha podido (ya que a estas alturas nadie sospechaba que iba a conservar la vida o la lucidez suficiente para empuñar el teclado) y asombro porque ha querido (ya que los entes satánicos no suelen acudir al confesionario). El crítico Nick Kent compendia así su imagen en los años setenta: «Era el gran lord Byron; era un demente, era un depravado y era peligroso conocerlo». El aludido disiente con irónica sonrisa, otros insisten, y este libro viene a aclarar posibles malentendidos. Porque aquí se disipan varias nieblas (transfusiones, efusiones, agresiones, etc.) y se presentan finalmente los hechos que el foco de la leyenda había nublado: el uso y abuso de sustancias tonificantes o estupefacientes no adquiridas en farmacias; las variadas discrepancias con autoridades más o menos sanitarias; los encuentros, desencuentros y encontronazos con gendarmes de diferentes países; la empedernida coalición con Mick Jagger; los
    intermitentes, y a menudo explosivos, contubernios con personajes como Dylan, Lennon,
    Clapton, McCartney, Marley, Berry o Bowie, por citar a algunos de los más ruidosos; las
    afinidades electivas con sujetos de mucha cara o siniestra catadura; los amoríos
    pasajeros, las semanas de pasión y los dos amores contumaces (Anita Pallenberg y
    Patti Hansen); las extenuantes sesiones de grabación; la apacible vida rural en una
    mansión de Connecticut franqueados los umbrales de la senectud (aunque no de la
    madurez si consideramos las penúltimas inhalaciones); los cuentos contados por
    idiotas... Pero al final, más allá del ruido y la furia (que, como es de rigor, nada significan)
    emerge la música de los Rolling Stones, esa incesante banda sonora que acompaña
    nuestras convulsiones desde hace casi medio siglo.