Mucho se habló de este libro cuando apareció en 1979, mas la atención y la polémica se centraron entonces en su implacable diagnóstico sobre la realidad social de Italia, un país «sin verdades» de acuerdo con el categórico dictamen de Sciascia: la lectura estaba irremediablemente supeditada al impacto de los hechos, algunos aún presentes en la conciencia colectiva aunque ya alejados en el tiempo (el caso del bandido Giuliano, por ejemplo), otros tan inmediatos y urgentes como el affaire Moro, cuya ominosa sombra recorre estas páginas a modo de fantasmal inquilino. Negro sobre negro se fraguó durante diez años turbulentos, los comprendidos entre 1969 y 1979, y a sus turbulencias remite una y otra vez sometiéndolas a un escrutinio a veces despiadado pero siempre sutil. Hoy, sin embargo, liberado el lector de la «actualidad», convertidos los hechos en «historia», cabe una relectura donde el discurso político nacido de la urgencia conviva con (y se integre en) una más amplia y no menos lúcida reflexión sobre las formas de representar el mundo mediante palabras, es decir, sobre las posibilidades y límites de la literatura, esa incómoda (o desleal) acompañante de la realidad aquí definida como «sistema de ?objetos eternos?? que de forma variada, alternativa e imprevisible resplandecen y se eclipsan, para resplandecer y eclipsarse de nuevo ?y así sucesivamente? a la luz de la verdad» (definición rematada, significativamente entre paréntesis, con una sentencia de aire paradójico: la literatura «es la forma más absoluta que la realidad puede cobrar»). Sciascia recoge la candela de Montaigne para buscar la claridad, o más bien el escéptico claroscuro, en la noticia, la anécdota, la impresión repentina, pero sabe que no lo mueve la atracción de la luz sino el empuje de las sombras. El propio título de esta obra, aparte de un alegato burlón contra la acusación de pesimismo que tan a menudo pesara sobre el autor, es la formulación explícita de un programa: hay que proyectar «la negra escritura sobre la negra página de la realidad».
Leonardo Sciascia nació en 1921 en Racalmuto, Sicilia. Estudió magisterio en Caltanissetta y dedicó parte de su juventud a la enseñanza. Empezó una brillante carrera periodística para convertirse más tarde en uno de los novelistas italianos más importantes del siglo XX. Simpatizó con el Partido Comunista Italiano del que acabaría apartándose para adoptar una posición crítica e independiente que le valdría un amplio reconocimiento y estima, hasta el punto de que escritores, políticos y público en general lo consideraran "conciencia crítica de Italia", pues su obra, así como su activismo político, estuvieron marcados por una decidida oposición a cualquier manifestación abusiva del poder. Murió en Milán en 1989.