Tras una exposición ordenada de las diversas formas de sexismo lingüístico (unas de carácter léxico y otras de carácter sintáctico), el libro se adentra en una investigación sobre las relaciones género-sexo. Fruto de esta investigación es el descubrimiento de que el sexismo lingüístico en español no se debe a la lengua como sistema, sino al mal uso de la misma, originado por una mala traducción de carácter patriarcal.