Esta obra surge en primer lugar con el propósito de reconocer la labor social llevada a cabo por Grandes Personas, con mayúsculas, filántropos comprometidos con los demás que han sido capaces de poner su riqueza al servicio del bien común, y que inspiran con su ejemplo a otras personas en el desarrollo de tan noble empresa. Porque hoy, más que nunca, la sociedad necesita referentes, nuevos líderes, gentes imbuidas de convicciones éticas y morales, y con la valentía necesaria para actuar de acuerdo con ellas.
En segundo lugar, y con carácter no menos importante, La suerte de dar incide en la idea crucial de que el bien común no es únicamente una responsabilidad de las administraciones públicas, sino algo que nos atañe individual y colectivamente a todos y cada uno de nosotros, corresponsables de esta sociedad de la que formamos parte.