Una novela sobre un período histórico al mismo tiempo esperpéntico y desconocido.
1873. En la España de oropel y barrizales, monárquica sin rey ni reina, republicana sin republicanos, cantonalista por la Gracia de Dios y a pesar del clero, revolucionaria sin revolución, los españoles vivían sin saber a qué atenerse, sin saber qué esperar y, la mayoría de ellos, sin tener qué echarse a la boca.
Parecían estar sujetos por hilos mágicos el tinglado de la antigua farsa, en la que alguien movía las cuerdas casi siempre en contra de la voluntad de los muñecos, como en un guiñol predestinado a la tragicomedia.
Apolo, un negro santero huido de Cuba; Acosta, presidente del Cantón; Picadito Caliente, lugarteniente de Acosta con vocación de mártir; Candelita, anarquista de los de bomba sin mecha; Carmen, hija de Acosta, que vive repartiendo sus amores entre Apolo y un teniente del Ejército; el coronel Téllez, capitán general en funciones; la coronela, su mujer; Loreto, su hija; un arzobispo carlista secuestrado; su secretario, racista y cruel, y otros muchos son los personajes que, en clave de agridulce esperpento, deambulan por la novela contando una parte breve y poco conocida de la historia de España.