Pekín. El comité de barrio encarga al protagonista que vigile la entrada del edificio. Sentado en un banco, prefiere mirar a las chicas que pasan por la calle, por lo que le roban la antena de televisión en las narices. La localiza a los pocos días bajo el brazo de un conocido suyo que lo introduce en el ambiente marginal de los artistas pequineses. Pero todos aquellos pintores, actores e intelectuales le provocan bastante asco y un gran aburrimiento. Ha llegado el momento de cambiar de aires.
Tras un breve periplo en el Tíbet vuelve a su ciudad natal. Es el año 1989, acaban de tener lugar los sucesos del cuatro de junio y el ambiente es poco menos que siniestro. Debido a todas estas circunstancias, decide reunirse con su amigo Xi Yong en Alemania. Tras dos meses de trabajo en una fábrica y de comer brotchen, alimento preferido de Xi Yong, enamorado de la panadera, se lanza a hacer realidad su sueño: viajar por Europa. En Berlín, después de una velada con una pandilla de punks, entona La Internacional, lo que llama la atención de la policiía, que le aconseja que visite el otro lado del Muro...
La voz de Xu Xing suena cercana, aunque darle crédito total sería el peor de los errores. Irónico, indolente, un pícaro de nuestros días dotado del sentido de lo grotesco, es, por encima de todo, escritor.