Puede afirmarse que las vidas de Rafael Gasset y de El Imparcial siguieron líneas paralelas. Éste fue indudablemente, para Gasset, escalera y pedestal durante su juventud y, sobre todo durante su larga trayectoria política, su recurso más valioso. Al final, la muerte de su propietario e inspirador apresuraría también el final de aquel viejo y gran diario liberal. Al morir Rafael Gasset, la familia decidió deshacerse de sus acciones del periódico. Desaparecía así toda influencia y responsabilidad de los Gasset sobre el periódico. La cabecera de El Imparcial se mantuvo algún tiempo más, hasta el 30 de mayo de 1933.