Emma Reverter, licenciada en Derecho y Periodismo, ocupó la corresponsalía del diario Avui en Nueva York desde finales de 2001 hasta mayo de 2004, cubriendo, entre otros temas de relevancia mundial, el debate en torno a la reconstrucción de la Zona Zero, los ataques de Estados Unidos a Afganistán, las negociaciones diplomáticas en Naciones Unidas sobre Irak y el escándalo de torturas a prisioneros de guerra. En enero de 2004, Emma Reverter viajó a la base militar de Guantánamo invitada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos.Guantánamo es su primer libro. Emma Reverter visitó, en enero de 2004, con un grupo de periodistas occidentales, la base naval de Guantánamo, dos años después del confinamento en ella de los talibanes capturados tras la guerra-ocupación librada por Estados Unidos en Afganistán. El director de la base era el hoy tristemente célebre Geoffrey Miller, carcelero mayor ahora de Abu Ghraib. Los prisioneros viven en un vacío legal del que no pueden escapar, y la mayoría serán juzgados en Guantánamo por tribunales militares. Todos los militares de la prisión, desde Miller hasta el último soldado raso, insisten a los periodistas en el trato humano que reciben los detenidos (no utilizan jamás la palabra prisionero): muestran con orgullo el hospital, la impecable cocina industrial (la comida es muy buena), el protocolo de libertad religiosa para los detenidos, y no entienden porque los periodistas europeos insisten tanto en los detalles legales. Ã La base naval de Guantánamo es como un pueblo de la América profunda en territorio cubano, con su McDonald`s, su Kentucky Fried Chicken, su bolera o sus cines (antes de cada película, se pasa un corto de siete minutos sobre «La guerra contra el terrorismo internacional»). En el supermercado, se pueden comprar camisetas con un dibujo de una rata vestida de talibán y con la frase «Guantánamo, Hotel Talibán». Y la construcción de nuevos edificios militares hace sospechar que los soldados americanos no tienen ninguna intención de desmantelar Guantánamo, porque, según el comentario de un sargento a Emma Reverter, «la guerra contra el terrorismo internacional es indefinida».Una experiencia de primera mano de una periodista española de uno de los episodios más oscuros e infamantes de la política exterior de George W. Bush. A pesar de las dificultades y las cortapisas para acceder a la verdad sobre el trato dispensado a los presos talibanes, el instinto periodístico de Emma Reverter nos muestra la doble cara de la cortina de humo norteamericana: un patio de luces en forma de vacío legal internacional y un patio de sombras con todo tipo de vejaciones y humillaciones.