Una larga fascinación por Chéjov, y un deseo casi más de proteger que de desvelar su intimidad, impulsa a Janet Malcolm a viajar a Rusia y visitar los lugares en que el escritor vivió o que con tanta fuerza plasmó en sus obras. Leyendo a Chéjov consigue ser a la vez un libro de viajes, un esbozo biográfico y un ensayo literario de primer orden.