Richolino fue un minino casero pero vivió fantásticas odiseas. Fue pianista en Nueva Orleans, espadachín maragato, pintor bohemio en París y espía en Casablanca, entre otros. Y es que incluso en la vida más sedentaria hay al menos siete vidas de ensueño. Al evocar las hazañas de Richolino, Elvira descubre el sentido de la niñez.