11 de septiembre de 2001, 8.46 a.m. en Nueva York. El Boeing que transporta el vuelo 11 de American Airlines se estrella contra la torre Norte del World Trade Center. Minutos antes, Carthew Yorston, un agente inmobiliario cuarentón, divorciado y padre de dos niños, David y Jarry, ha llegado con ellos a tomar el desayuno en el Windows on the World, un exclusivo restaurante ubicado en el piso 107. Otra perspectiva aérea: Frédéric Beigbeder se sienta a tomar café en Le Ciel de Paris, un local situado en el piso 56 de la torre Montparnasse, el edificio más alto de la ciudad. Desde este correlato parisino, Beigbeder establece un juego de idas y vueltas entre la realidad y la ficción, entre París y Nueva York, entre el mal y su (imposible) interpretación.