El héroe moral del escritor y doctor Pasavento es Robert Walser, de quien admira su afán por pasar desapercibido y la extrema repugnancia que le producían el poder y la grandeza literaria. Perseguir el destino de este escritor significa para Pasavento retirarse del mundo, por lo que un día desaparece. Cree que indagarán, pero no le busca nadie. Recurrirá entonces a la estrategia de la renuncia al yo: el acto extremo con el cual algunos escritores se aseguran de captar el destello de la vida inexpresable, no sofocada por el poder. Le veremos renunciar y hasta creer que está encarnando por sí solo la historia de la desaparición del sujeto en Occidente. Y luego, de forma algo contradictoria, se pregunta si será capaz de vivir sin que nadie se acuerde de que existe. Viaja al manicomio suizo donde Walser vivió tantos años apartado del mundo y se acerca al ejercicio de un arte en el que su escritor más admirado fue un consumado maestro: el arte de convertirse en nada.