El teatro, como ha constatado R. Barthes, es un objeto semiológico especialmente privilegiado. La razón es que no funciona como otros géneros artísticos, la literatura en general o la pintura, que se expresan mediante un solo sistema de signos; el teatro reúne en sí un gran número de signos heterogéneos: lingüísticos, paralingüísticos, mímicos, vestuario, decoración, música, luces, etc., cada uno de los cuales manifiesta el significado de forma diferente, y se integra en el conjunto de la obra en formas también diferentes. Si el teatro ha de ser analizado como un objeto específico que crea significado, también los sistemas particulares de signos que usa deben ser estudiados tanto en su modo específico, como en las relaciones con los demás. De forma paralela a las diferencias que Coseriu ha señalado en lingüística para los niveles de sistema, norma y habla, la investigación dramática estudia los aspectos sistemáticos, históricos y analíticos del género dramático.