Hay personas que viven entre algodones y no conocen hasta muy tarde el lado amargo de la vida. Ese no es mi caso, pero no voy a quejarme, porque yo creo que todo lo que nos pasa, hasta lo más terrible, se las apaña para cobrar algo de sentido.
En este libro hay cuatro muertes.
La primera me apartó del amor de mi vida. La segunda me enseñó la cara oculta de mi madre. La tercera me hizo ver lo injusto que es el mundo. Pero la decisiva fue la cuarta.