Trece chicas, siete de ellas menores de edad, murieron fusiladas el 5 de agosto de 1939 en las tapias del cementerio del Este de Madrid. Su delito: ser «rojas». Tras dos años de ardua investigación Fonseca traslada al lector al Madrid de los primeros días de la posguerra, una ciudad víctima del odio y la revancha de los vencedores. La mejor forma de evitar el olvido.