Un signo inquietante de nuestra época es la insistencia creciente de relativistas y subjetivistas en la negación de la universalidad de la razón. No se trata sólo de un estilo intelectual o de una muestra de elegancia teórica. Esta negación está al servicio de la táctica de desviar los argumentos y de despreciar las pretensiones de los demás. La expansión actual de este relativismo amenaza con paralizar la producción de un discurso público coherente.
Thomas Nagel nos presenta una defensa bien argumentada y consistente de la razón. En su análisis perspicaz y combativo refuta una tras otra las afirmaciones relativistas acerca del lenguaje, la lógica, la ciencia y la ética.
Para Nagel, en los debates sobre la validez objetiva de cualquier forma de pensamiento, la razón siempre tendrá la última palabra. Esta nueva aproximación entre razón teórica y práctica ofrece argumentos firmes para superar algunas debilidades peligrosas del pensamiento actual.