En los horizontes del fin del siglo xx, se muestra en muchos ámbitos científicos un final de los grandes proyectos. Se están desmoronando las más ambiciosas teorías con su pretensión de ofrecer resultados objetivos para el conocimiento, explicaciones racionales translocales y transtemporales, fórmulas perfectas para la dirigibilidad y planificabilidad de procesos técnicos y sociales, así como claves definitivas para el desciframiento de sentidos globales.
La sacudida de la fe en una realidad objetiva e independiente del observador, que ya provocó la física cuántica, se fue agudizando aun más con el desarrollo científico de las últimas cuatro décadas. Las distintas teorías de autoorganización (Eigen, Haken, Maturana, Prigogine) ponen de manifiesto que la naturaleza, mirada de cerca, resulta resistente al saber moderno que pretende apoderarse de ella. Las nuevas teorías nos dicen que la evolución es un proceso autoorganizador, que sin embargo no nos proporciona un saber genuino sobre los procesos y los organismos vivientes, sino sólo un principio de evaluación y descripción. Las fantasías omnipotentes de la dominación del mundo con ayuda de la matemática han llegado a su fin.
En su lugar está surgiendo una asombrosa multiplicidad de paradigmas simultáneos y en concurrencia entre ellos, que se definen como proyectos menores con aspiraciones de validez más modestas.
No se trataba de conmemorar un «triste final» sino de dar toda la relevancia a una nueva mentalidad científica que avanza hacia el tercer milenio con otra clase de certeza que la cartesiana. Sus importantes repercusiones en todas las disciplinas son los temas de este volumen, presentados y discutidos por los representantes más prestigiosos de los ámbitos de la cibernética, la teoría y la terapia sistémicas, la filosofía, politología y sociología.