La Revolución Francesa fascina por su carácter excepcional de «acontecimiento» histórico. En los dos siglos que transcurrieron desde entonces, muchos historiadores y pensadores políticos intentaron interpretar las razones que llevaron a esta ruptura radical con el pasado, pero a menudo desde posiciones ideológicas que pasaron por alto lo esencial.
Acercarse hoy nuevamente a la Revolución Francesa requiere un enfoque diferente para poder entender de manera pertinente cuáles eran los antecedentes que provocaron este gran «acontecimiento».
Roger Chartier centra la mirada en la vertiente del cambio cultural. En este importante ensayo reconstruye el clima cultural del siglo xviii en Francia y pone de relieve la compleja coincidencia de dos evoluciones: la paulatina pérdida de la credibilidad de los poderes tradicionales y la aparición de una nueva conciencia ciudadana, que iba madurando con la extensión de la alfabetización, la lectura y la cultura popular.
En el seno de la ciudadanía surgió de este modo una nueva cultura política que proclamó los derechos soberanos de la opinión pública. La toma de conciencia frente a los asuntos públicos rompió el antiguo monopolio de la razón de Estado instaurado por el absolutismo. De este modo, la Revolución Francesa hizo surgir una violencia extrema en una sociedad altamente pacificada, que ya no se conformó con las tareas de la existencia privada y puso toda su pasión en la causa pública.