En la civilización occidental, la educación ha constituido un instrumento de
base que ha determinado los sucesivos cambios del orden social y de la cultura
intelectual de todos los países integrados en ella. La educación, además, ha
servido de vehículo transmisor de las distintas tradiciones culturales entre
sí, facilitando su conocimiento, contribuyendo a su adopción y manteniendo un
proceso fecundo. En el proceso histórico alternan períodos de creatividad con
otros de estabilización.