Los niños explotados sexualmente reciben cada día, en todo el mundo, entre 2 y 2,4 millones de clientes. Un negocio tan macabro y tan vasto debería poner en guardia a cuantos tenemos a nuestro cuidado niños propios o ajenos, es decir a todos los habitantes del planeta puesto que el mero hecho de tener contacto con un niño debería equivaler a cuidarlo.
Pero existen además otras formas de abuso sexual infantil no comercializables y difícilmente denunciables en todas las sociedades porque muchas se producen en el entorno más íntimo del niño. También aquí el mero hecho debería ponernos en movimiento para desarrollar las medidas preventivas necesarias. En esta obra, Beate Besten transmite a los adultos los datos básicos necesarios para comprender el alcance del problema, de qué modo se plantea y qué consecuencias representa para sus víctimas. Por otro lado, incluye también medidas concretas y prácticas para evitarlos, así como un listado de Centros y Asociaciones de ayuda y protección al niño maltratado o en riesgo de serlo.