Decir que "el cuerpo habla" es una metáfora muy pertinente para la problemática psicosomática tratada desde la terapia familiar sistémica, objeto de este libro. Por lo general, la psicología ha considerado siempre los síntomas psíquicos como sustitución de aquello que no se puede decir, de modo que a su manera forman parte del sistema de comunicación. También las enfermedades psicosomáticas tienen una función de mensaje o de respuesta frente a las dificultades con el entorno, y en él.
En esta obra, la visión sistémica acepta el reto de la complejidad y se contrapone a sí misma frente a la dicotomía cartesiana de "un" cuerpo y "un" alma "ensamblados" en una misma persona, así como frente al concepto de enfermedad como mera "avería" de un mecanismo. Para ello diferencia tres fases de trabajo: 1. exploración de los significados que los síntomas corporales asumen dentro del contexto familiar; 2. elaboración de estrategias de prevención de la cronicidad, en estrecha cooperación interdisciplinar entre médicos, psicólogos y terapeutas familiares en cooperación interdisciplinar; y 3. trabajo con el sistema familiar para tratar de modificar los factores estructurales que favorecen la enfermedad.