El desempleo actual no es una fatalidad natural, sino una cuestión profundamente política: lo que está en juego es nada menos que la estructura de poder y riqueza en las sociedades capitalistas del siglo XXI.
El paro es la consecuencia previsible y prevista de las políticas económicas que decide y aplica ese mismo establishment, en beneficio de los intereses del gran capital.
El debate sobre el tiempo de trabajo es importante y complejo.