El encanto de las cartas de Keats proviene de su deseo de una vida heroica, una especie de continua confrontación mágica que exigía respuestas adecuadas. Lo fascinante de la mente de Keats es la contradicción entre preocupaciones juveniles y una mesura de madurez, una aceptación orgullosa, amarga y gozosa de la vida trágica que asociamos con Shakespeare.