Escribo para contar historias. Escribo para contar la vida. La vida de todos los días, la vida de todo el mundo.
Escribo para que la vida se convierta en grande y bella.
Escribo paseando mi pluma como si se tratara de una cámara, recogiendo miles de detalles.
Escribo porque las palabras curan casi todos los males.
Escribo porque no puedo dejar de hacerlo.
Un día una idea desciende del cielo y murmura en mi oreja. Pega, insiste, crece, engorda?
Un día tuve ganas de contar la vida de Joséphine Cortès, una mujer sencilla enfrentada a peripecias cotidianas de la vida de una mujer. Casada con Antoine, madre de Hortense y de Zoé, historiadora especializada en el siglo XII, Joséphine se cree protegida. Pero todo se desmoronará. Su marido la abandona, su madre la desprecia, su hija mayor se rebela, su banquero la acosa, Joséphine se encuentra de pronto sola, sin dinero, desamparada. Su hermana, la bella Iris, le propondrá entonces un extraño pacto. Es el principio de las aventuras de Joséphine y de la saga de los cocodrilos.
Los mejores halagos que recibo son de las mujeres y los hombres que me leen, son sus correos electrónicos. ¿Qué me escriben? Me dicen: «Gracias, gracias, su libro me ha ayudado mucho cuando atravesaba momentos difíciles. Leyéndolo me he reencontrado con la sonrisa, con el sol interior».
Gracias a todos.
Katherine Pancol