Don Juan, acompañado de su fiel criado Leporello, ha sido condenado a vagar eternamente por el mundo terrenal hasta que acepte redimirse mediante el arrepentimiento, algo que no puede estar más alejado de su naturaleza y sus intenciones. Corre la década de 1960 y Don Juan se encuentra en París dispuesto a continuar seduciendo mujeres, dejando patente con esta actitud su libre albedrío. El acto de contrición que le exige Dios es la antítesis a su rebeldía innata, la cual le impide someterse a los designios divinos. En Don Juan, Torrente Ballester ahonda en la figura de este personaje universal para intentar comprender sus motivaciones más íntimas. Esta revisión y actualización del mito del galán hispánico por antonomasia es una de las obras de las que el autor se sentía más orgulloso. Aunque en su día pasó semidesapercibida, hoy la crítica no puede sino darle la razón al escritor gallego y situar este Don Juan entre las novelas españolas más destacadas del último medio siglo.