Los padres de Roberto están separados. Él vive en Madrid con su madre, una abogada en buena situación. De vez en cuando, cumpliendo con la ley, realiza alguna visita a su padre, que vive en un barrio alejado del suyo.
Este verano la situación es diferente. Su padre ha encontrado un trabajo en un pueblo pequeño y Roberto debe pasar con él el mes de agosto. Son treinta y un largos días que se presentan para el muchacho como un castigo.
Sin embargo, en el pueblo Roberto encontrará algo que no imagina.