Julio Canac rememora su vida ante el cuadro que le ha ocupado los años posteriores a su separación de Áurea, la mujer con la que creyó compartir un gran amor. En un monólogo desnudo, Canac se dirige a su hija Aline -ahora sólo una pequeña mancha naranja en su obra-, a la que no ha vuelto a ver desde que tenía unos meses de edad.