La célebre conversación granadina de Boscán y Andrea Navagero señala el comienzo de una época radicalmente nueva en la poesía española. Desde 1526 cambiarán no sólo los esquemas métricos, sino los motivos, las imágenes y hasta la forma misma de entender la poesía. Suele vincularse esta renovación al nombre de Petrarca, pero el gran poeta del siglo XIV es sólo un punto de partida, ya que la lírica italiana había reelaborado su herencia de maneras muy dispares: hay un petrarquismo en Venecia y otro
en Nápoles; uno en 1490, y otro diferente en 1530 o 1570. En su esfuerzo por renovar una tradición agotada, los poetas italianos se inspiran con frecuencia en modelos clásicos, y redescubren generos y formas métricas ajenas al cansoniere.
Gracias a Boscán y Gracilazo, la poesía Española se abre a ese panorama tan amplio aunque sin renunciar a los viejos modelos peninsulares. Se configura así una poesía sumamente compleja, en la que se entre cruzan Italia, los clásicos, Ausias March y la poesía cancioneril.