Hace treinta años llegó un señor a la oficina de Peter Wenders, presentándose como Harris Burdick. Le contó que había escrito catorce cuentos y llevaba un dibujo de cada uno. Peter Wenders quedó fascinado con las ilustraciones. Dijo a Burdick que le gustaría leer los cuentos lo antes posible. Hasta la fecha, Harris Burdick sigue siendo un misterio absoluto.