Cada día 3.500 cerdos viajan desde otros países de Europa a España, y ese mismo día otros 3.000 cerdos hacen el viaje inverso. Los kilómetros que recorren muchos de los alimentos que consumimos arrastran absurdos como éste, y también numerosos atropellos: el 98% de la producción de salmón en Chile tiene como destino los mercados de Estados Unidos y la Unión Europea; en el lago Victoria, en África, las multinacionales extraen diariamente toneladas de percas para el consumo en Europa, mientras dos millones de personas ribereñas pasan hambre.
La agricultura y la pesca globalizadas han generado el expolio de los bienes naturales del Sur. Gustavo Duch defiende el Derecho a la Alimentación de los países más pobres, en apoyo a la organización de los agricultores de la Vía Campesina, y arremete contra la flagrante injusticia del sistema. Lo que hay que tragar cuestiona los monocultivos, la producción de agrocombustibles, la agricultura transgénica y demás tropelías que han despojado a los pequeños campesinos y pescadores de su fuente de trabajo, y que han reducido la biodiversidad. Subrayando las injusticias y atacando el capitalismo con sarcasmo, Gustavo Duch denuncia por su nombre los oligopolios de los alimentos: Pescanova, Calvo, Monsanto y Danone, entre muchos otros.