Paraíso construido a la medida del hombre, el noble linaje de la comarca
berciana se hace patente en joyas del calibre de Las Médulas, enclave
reconocido como Patrimonio de la Humanidad
que fue un auténtico granero de oro para la Roma imperial, así como en un
ramillete de localidades que combinan cultura, paisajes, excelsa gastronomía
y rincones llenos de encanto que confirman la raigambre histórica de tan
privilegiadas tierras. Una postal armónica y bellísima distingue a esta
región de mucha solera y acreditados manjares: manzanas, peras, cerezas,
castañas y el peculiar botillo, auténtico monarca de las cocinas locales. Y
todos ellos regados por los alegres y musicales vinos que se elaboran en los
verdes y pródigos horizontes bercianos.