Ramiro Villaseca es un chico de procedencia humilde. Su madre trabaja en una vaquería y el padre desapareció antes de que él naciera. Un amigo de la madre se ha encargado de la educación del niño y una de los valores que con mayor interés le ha inculcado es la ambición: “abandona este mundo de pobreza, hijo mío, e intenta buscar una vida mejor”. Ramiro sigue los preceptos de Isidro y a la primera oportunidad que tiene, se casa con Julia, la hija de un posadero. El matrimonio no resulta como él había pensado, y un día en el que se encuentra sólo en la taberna, un viajero que solía frecuentarles, muere después de caer por una escalera. En la caída, el hombre provoca un incendio y Ramiro aprovecha la oportunidad para usurpar su identidad y escapar del pueblo convertido en Gonzalo López. Su objetivo es alcanzar la ciudad en la que vive Irene de Castro. El verdadero Gonzalo le había contado sus viajes y en ellos siempre hablaba de los marqueses de Castro, de sus riquezas y de la belleza de su hija. Pero cuando después de muchos sinsabores, el nuevo Gonzalo por fin logre instalarse en la vida de Irene, Julia, que nunca creyó que el cuerpo calcinado que encontraron en la taberna fuera el de su marido, aparecerá para recordarle cuál es su verdadera identidad y para acabar con el prestigio social que él se había inventado.